El impacto de los residuos plásticos ha llevado a la búsqueda de soluciones como la utilización de plástico biodegradable en la fabricación de productos “ecológicos”. ¿Pero realmente es sostenible el uso de plásticos biodegradables como una forma de ayudar al medioambiente?
Esta es una de las principales dudas que existen en relación a los bioplásticos y la reducción de la huella ambiental. Pero la realidad es que el camino correcto no apunta en la dirección de este tipo de material “eco”. La verdadera solución tiene que ver con trabajar por reducir su fabricación y fomentar la cultura del reciclaje.
Los plásticos biodegradables y la verdad tras su sostenibilidad
En la actualidad, las empresas fabrican todo tipo de productos con plástico biodegradable como una forma de contribuir a la sostenibilidad del planeta. Por ejemplo, algunas carcasas de móviles están hechas de “bioplástico”, que resulta atractivo para ciertas bacterias y microbios que se “alimentan” del material hasta degradarlo.
También podemos encontrar bolsas que se desintegran en un plazo de tiempo mucho menor que las bolsas plásticas tradicionales al igual que vasos, platos y diversos utensilios biodegradables. Pero la realidad es que, si bien se presentan como una alternativa sostenible por parte de las empresas, la producción de plástico continúa creciendo.
Estas bolsas puede ser de muchas formas y estar realizadas con distintos materiales, pero se puede resumir en estos grupos:
- Bolsas de plástico biodegradable: son las de un plástico más finito y transparente, a menudo avalada por sellos de calidad ambiental. Están hechas de fécula de maíz o de patata, pero mezcladas también con polietileno u otros plástico en muchos casos. Se supone que se deberían degradar en el medio ambiente de forma natural y más sencilla.
- Bolsas compostables: hechas de materiales que supuestamente sí que se transforman en compost en unas condiciones concretas, como fécula de distintos tipos también. La pega es que son bastante más caras.
- Bolsas oxodegradables: Parecidas a las de siempre pero que no son más que bolsas de polietileno pero con aditivos que ayudan a que se deshagan, convirtiéndose en microplásticos en el medio ambiente.
Según la organización European Bioplastics, en 2019, fueron producidas 368 millones de toneladas de plástico a nivel mundial. Y se espera que para 2050 esta cifra se duplique, además de que un 1% de esta cantidad pertenecerá a la categoría de “bioplásticos”.
Los bioplásticos abarcan todos los materiales plásticos que tienen la etiqueta de “biodegradable”, incluyendo los plásticos biobasados que se fabrican con materias primas renovables.
Sin embargo, debido a que la mayoría de los plásticos que son considerados biodegradables se incluyen dentro de esta clasificación sin importar su nivel de biodegrabilidad, los expertos prefieren emplear el término de materiales biobasados y compostables. Y de acuerdo a su materia prima y el grado de degradabilidad, los plásticos se clasifican en:
- Plásticos fabricados a partir combustibles fósiles y no biodegradables: engloban a los plásticos de uso cotidiano como el PET y el polietileno.
- De materias primas de origen fósil y biodegradables: utilizan petróleo y sus derivados como materias primas, y son biodegradables al ser expuestos a determinadas condiciones.
- Biobasados y no biodegradables: el bio PET y el biopolietileno entran en esta categoría. Se fabrican con materias renovables como el etanol que deriva del maíz y la caña de azúcar.
- Biobasado y biodegradable: son biodegradables y su producción depende de materias primas renovables (el poliácido láctico y el PLA son algunos de los más comunes).
Las condiciones de diferenciación entre biobasado y biodegradable
Diferenciar los plásticos biodegradables y los biobasados puede representar ciertos inconvenientes por las condiciones relacionadas con la degradación. En términos generales, todos los plásticos son biodegradables, porque con el paso del tiempo, se terminan degradando. Pero las condiciones para que los plásticos se degraden suelen variar, así como el tiempo del proceso.
Existen plásticos biodegradables como el PLA, que necesita de condiciones específicas para degradarse. Y en los casos donde termina en el fondo del mar, su tiempo de degradación puede ser tan largo como el de los plásticos habituales, ya que las condiciones de temperatura y oxigeno no permiten que se degrade.
Por esta razón, se recomienda emplear la clasificación de “compostable”, que tiene un proceso de degradación estandarizado y normas para un compostaje de plásticos doméstico y el compostaje industrial.
El problema de los plásticos biobasados
Los plásticos biobasados se muestran como los más prometedores cuando se trata de sostenibilidad, pero uno de los principales factores que juegan en contra de su fabricación es el coste de producción.
La producción de productos plásticos que utilizan petróleo como materia prima resulta más rentable que invertir en la producción de plásticos biobasados. Otro factor que se convierte en una barrera es que no pueden ser producidos en masa con la misma rapidez que otros plásticos, debido a que muchos de los bioplásticos utilizan materias como la caña de azúcar y el maíz.
Esto puede generar un aumento en la demanda de los alimentos y sus precios, junto a una futura escases. Además de que una buena parte de los bioplásticos no son tan compostables como dicen ser, y requieren de un proceso adecuado de reciclaje para lidiar con la contaminación que los residuos puedan seguir causando.
Por ello, la verdadera solución no está en disminuir en gran medida la producción de plásticos de cualquier tipo, sino en empezar a trabajar con mayor interés en las prácticas de recolección de plásticos desechados y su reciclaje para asegurar la sostenibilidad del planeta.
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